Banquillos sin mujeres
Si las deportistas ya han roto barreras, aún queda mucho por hacer en el terreno de las entrenadoras.
Ninguna de las primeras plantillas séniors femeninas leridanas de siete de los principales deportes de equipo tiene de entrenador a una mujer. Por descontado, el panorama es el mismo en los principales equipos masculinos. En el fútbol regional, de un total de 72 equipos leridanos distribuidos en cuatro Ligas (Segunda Catalana, dos grupos de Tercera y Cuarta Catalana) solo una mujer ocupa el banquillo. Y ocurre en la última de las categorías mencionadas al frente de un equipo inclusivo, el Balàfia B, que se ha convertido en un referente para normalizar la participación de deportistas con algún tipo de discapacidad en competiciones no adaptadas.
Todos los equipos femeninos leridanos referentes en sus deportes están dirigidos por hombres. El Cadí La Seu en baloncesto tiene a Bernat Canut, el Vila-sana en hockey a Jordi Capdevila, el AEM a Roger Lamesa y el Pardinyes a Vidal Agné en fútbol, el Cervera Segarra a Mohamed Zahti en fútbol sala, La Associació a Miroslav Vujasinovic y el Handbol Pardinyes a Xavier Mena en balonmano, el Inef Lleida Rugby Club a Miguel Godoy, y el CECELL a Salva Roigé y Toni Blesa en voleibol.
Si el deporte de élite es uno de los ámbitos en los que la desigualdad de género está más arraigada, el paisaje se agrava cuando se trata de hablar de entrenadoras. Son pocas, aunque cada año hay un incremento de las que hacen esta apuesta, y esta escasez se debe a varios factores que se retroalimentan: los estereotipos sociales que vinculan deporte y masculinidad, la estructura de los mandos de poder en el ámbito deportivo y las reticencias que acaban autoimponiéndose las propias mujeres ante este paisaje que parece expulsarlas. Jaume Planes, director técnico de la representación territorial de la Federación Catalana de Baloncesto, da una explicación lógica.
“Es cuestión de priorizar y cuesta que la mujer hipoteque su vida por ser entrenadora”
“Hay menos entrenadoras porque siempre han habido menos equipos femeninos”, sentencia, pero añade un mensaje de esperanza. “Está habiendo un ‘boom’ al menos en nuestro deporte”, asegura Planes quien cifra en un 20% el porcentaje de mujeres entrenadoras en el baloncesto leridano. Por supuesto, no existe una discriminación explícita, pero la realidad se impone.
La presencia de entrenadoras en el deporte amateur es discreta y anecdótica a nivel profesional. Desde las federaciones alegan que se trata de una simple cuestión de demanda, y que el número de mujeres que quieren ser entrenadoras es menor que el de hombres. Lo que ocurre en el Inefc, semillero de futuros entrenadores, es un claro ejemplo de lo que pasa con las mujeres en los banquillos. El director del Inefc Lleida, Alfred Joven, reconoce que tienen un déficit muy importante de demanda femenina en una carrera que sigue vinculándose a la masculinidad. Pero también es verdad que se encuentran en su camino con escalones mucho más altos que un hombre. Montse Nadal, presidenta, entrenadora y alma mater del CECELL de voleibol, pone el dedo en la llaga.
“Siempre digo que las chicas juegan y los hombres mandan. Hay muchos hándicaps. Por ejemplo, la maternidad es un gran freno y luego está el tiempo que hipotecas. Yo llevo cuatro equipos, he entrenado también al sénior pero decidí dejarlo porque no podía más”. Pep Ribes, responsable deportivo del Sedis Bàsquet, coincide con Nadal. “Es cuestión de priorizar y cuesta que la mujer hipoteque su vida por ser entrenadora, con toda la inestabilidad y la enorme movilidad que conlleva. Además, muchas jóvenes se marchan a estudiar y se desvinculan”. Sandra Sarri, entrenadora de atletismo en el JA Arbeca, explica que “en una reunión en la Federación Española se nos dijo que sería bueno animar a que haya más mujeres que entrenen. Ahora no tengo hijos, pero cuando los tenga, la tarea de entrenadora se me complicará bastante”, admite.
El referente para ella es Ascen Ibáñez, que entrenó al olímpico Jackson Quiñónez. El Vila-sana de hockey sobre patines, al igual que el Cadí en baloncesto, son los dos equipos femeninos leridanos en la máxima categoría estatal. Y es un club predominantemente femenino, con algún equipo mixto. Su presidente Ramon Porta prepara el futuro. “Cinco de nuestras jugadoras (Anna Ferrer, Maria y Victòria Porta, Mar Franci y Cata Flores) se están preparando para ser entrenadoras y, de hecho, ya llevan equipos de la base”.